En el partido inaugural contra el anfitrión, Portugal, Grecia logró una victoria por 2-1, recibiendo el apodo de «barco pirata» utilizado por locutores deportivos griegos en referencia a la nave flotante utilizada en la ceremonia de apertura del torneo. Llegó del Mónaco por 80 millones, asumió el rol de Casemiro desde el principio y se asentó como titular de buenas a primeras gracias a una adaptación meteórica. Acabó siendo suplente habitual por detrás de Kroos, que actuó como mediocentro en el Etihad.