No importa. Hay que volver hasta que el comerciante se habitúe a verlo y acabe por comprar. Hasta que a uno no lo conocen no quieren tener trato. Siguiéndolo siempre, paralelo a las curvas que describía, lo vi desandar la misma huella, gateando mañosamente, camiseta inglaterra sin abandonar su sarta de pescados. En un negocio le dicen que tienen. Clarita, el cabayero, equipacion de holanda que siga. Ahora me dirigía a los comerciantes con el aplomo de un experto corredor, y la certeza de que no debían ser estériles mis fatigas, porque ya “había vendido” me aseguró en breve tiempo una clientela mediocre, compuesta de puesteros de feria, farmacéuticos a quienes hablaba del ácido pícrico y otras zarandajas, libreros y dos o tres almala gente de menos provecho y la más taimada paceneros, camiseta de dinamarca mundial 2022 ra mercar.